Procesiones Semana Santa

Viernes de Dolores

Solemne Vía Crucis

PRESIDE

Santísimo Cristo del Perdón.

ITINERARIO

Parroquia Mayor de Santiago (Puerta sur), Calle de Santiago, Plaza de Arriba, Salvador Pérez de los Cobos, San Roque, Plaza de la Constitución, Cánovas del Castillo, Pasos, Canalejas y Parroquia de El Salvador.

HORARIO

Viernes de Dolores a las 21:30 h, desde la Parroquia Mayor de Santiago.

Foto: José Luis Míñano

RESEÑA HISTÓRICA

Creado en el año 1994 por la Junta Central de Hermandades, siendo presidente D. Joaquín Valero Sánchez. Las Hermandades, durante la tarde del Viernes de Dolores, disponen sus pasos en altares preparados a tal efecto, en un entorno perfecto para que discurra por la noche el Vía Crucis, siendo presidido por el Santísimo Cristo del Perdón, propiedad de la Junta Central.  Los vecinos colaboran activamente con la Junta en la ornamentación de las diferentes estaciones de penitencia. 

Domingo de Ramos

Procesión de Las Palmas

Foto: Ayuntamiento

ITINERARIO

Iglesia de San Juan, Pío XII, Plaza del Rollo, Cánovas, Plaza de la Constitución, Castelar, Santa María, Cuatro Cantones para finalizar en Parroquia Mayor de Santiago (Puerta Norte).

HORARIO

10:30h Bendición de las palmas. Plaza de San Juan.

11:00h Eucaristía desde la Iglesia de San Juan Bautista.

12:00 h, Procesión de las Palmas

RESEÑA HISTÓRICA

Este primer desfile de la Semana Santa nos consta que se hacía, organizado por la antigua Hermandad de Jesús Nazareno, desde los orígenes de este colectivo a mediados del siglo XIX, aunque es fácil suponer que pudiera realizarse desde bastante tiempo antes, alentado por los Franciscanos del desaparecido Convento de las Llagas.

De un extremo a otro de la ciudad, de este a oeste, el animado y multitudinario cortejo llenará las calles del eje longitudinal urbano. Bajo los arcos de telas recogidas, se detendrá el grupo de figurantes de los apóstoles con sus palmas blancas, corvadas, cimbreantes. El Señor, sobre la burra, declamará aquellos ripiosos versos de: «¡Oh ciudad noble y leal // en tiempos la más dichosa…!»  Y el sol destellará en los ramos rizados, en las cintas con lazos, en los cochecitos de los recién nacidos con su palmica, en los vestidos nuevos, en las colchas de los arcos, en las altas y gráciles palmas.
Rumor, clarines, música.
Ya es, por fin, Semana Santa.

Texto: José Tévar García 

Bajada del Cristo Amarrado a la Columna

Foto: José Luis Miñano

HORARIO

Domingo de Ramos a las 20:00 h. Recibimiento en la Ermita de San Agustín a la imagen del Cristo Amarrado a la Columna y traslado a la Iglesia Mayor de Santiago.

ITINERARIO

Avda de la Asunción, Cánovas, Plaza de la Constitución, San Roque, Salvador Pérez de Los Cobos, Plaza de Arriba, Calle Santiago, para finalizar en la Iglesia Mayor de Santiago (Puerta Sur).

Bajada del Cristo

Lunes Santo

Procesión de las Promesas del Santo Rosario

HORARIO

22:30h – Rezo de Vísperas en el Convento de San José.
22:45 h, desde el Convento de San José. – Procesión de las Promesas del Santo Rosario.
00:15h- Rezo de Completas en la Capila Residencia Ntra. Sra. de la Asunción.

HERMANDADES

Real Cofradía de Jesús Prendido y Santísima Virgen de la Piedad

IMAGENES

Nuestra Señora de los Dolores del Calvario. Anónima- Siglo XIX

Foto: Versari

ITINERARIO

Convento de San José, Barón del Solar, Infante Don Fadrique, Federico García Lorca, Isaac Peral, Infante Don Fadrique, Sor Francisca, Isaac Peral, Saavedra Fajardo, Infante Don Fadrique, San Antón y Capilla Residencia Ntra. Sra. de la Asunción. 

RESEÑA HISTÓRICA

Abril del 2019 Jumilla vivirá el nacimiento de una nueva procesión en el seno de la Junta Central de Hermandades y Cofradías de Semana Santa, la “Procesión de las Promesas del Santo Rosario” con el paso titular de “Nuestra Señora de los Dolores del Calvario”.

Aprobada por nuestro Señor Obispo de Cartagena, Excmo. y Rvdmo. Sr. D. José Manuel Lorca planes, promovida por la Real Cofradía de Jesús Prendido y Santísima Virgen de la Piedad, impulsada por su anterior Consiliario D. Jorge Trinidad Oliva, ya querida por el actual Consiliario D. Manuel de la Rosa González, apoyada por la Junta Central, por la Asociación Edad Dorada Mensajeros de la Paz de Murcia (gestores de la Residencia de Ancianos Nuestra Señora de la Asunción de Jumilla), por la Asociación de Vecinos del Barrio de San Antón y por el AMPA del C.E.I.P. Nuestra Señora de la Asunción, esta nueva Procesión pretende contribuir con la Semana Santa de Jumilla aportando una procesión devocional donde los fieles puedan, teniendo como Mediadora a “Nuestra Señora de los Dolores del Calvario”, recibir las promesas, bendiciones y beneficios del Santo Rosario además de realizar y cumplir ellos mismos las promesas, y agradecer favores concedidos, a Cristo nuestro Redentor. Para llevar a cabo ese propósito se llevarán a cabo Oraciones y Devociones aprobadas por la Iglesia para con Nuestra Madre la Santísima Virgen, como son el rezo del Santo Rosario, de Las Letanías de la Virgen o del Vía Matris. Con ello se intentará engrandecer nuestra Semana Santa y favorecer el Espíritu Religioso de la misma.
La Semana Santa de Jumilla, por su importancia religiosa y cultural, debía incluir una Procesión durante cada uno de los días de la misma. Esta nueva Procesión en Lunes Santo culminará el ciclo diario de la Semana Santa en nuestra Ciudad, desde Viernes de Dolores hasta Domingo de Resurrección.
La “Procesión de las Promesas del Santo Rosario” se introducirá en el corazón del Barrio de San Antón, que hasta la fecha no cuenta con procesión alguna en sus calles, abarcando en su circunscripción el Convento de San José, de las Hermanas de la Caridad y la Providencia -antiguo convento del Rosario de las Madre Dominicas-; la Capilla del Asilo -antigua denominación de la residencia de ancianos que verá abierta sus puertas muy pronto con una nueva denominación-; la Ermita de San Agustín, casa de la Patrona de Jumilla y de la Junta Central, Nuestra Señora de la Asunción; y la Ermita de San Antón, sede del Museo de la Semana Santa de Jumilla, todas ellas pertenecientes a la circunscripción de la Parroquia Mayor de Santiago Apóstol. Con la nueva Procesión se pondría en valor estas capillas existentes en el Barrio, algunas de ellas con Culto, y se fomentaría su visita.
Es pretensión de la nueva Procesión involucrar y dar participación al máximo número de colectivos, ligados al Barrio de San Antón o no, a todos los vecinos del municipio en especial a los jóvenes, fieles de las Parroquias de Jumilla, hermanos de las distintas Hermandades y Cofradías de Jumilla y al grupo de Jóvenes Cofrades que tanto está haciendo por nuestra Semana Santa. Todos ellos dispondrán de una sección en el cortejo procesional, pudiendo así participar de los distintos Ejercicios de Piedad Popular, el rezo del Santo Rosario principalmente, que compondrán el acto de rezo conjunto en el que se convertirá la Procesión en la que se honrará de una forma específica a la Santísima Virgen María en su Advocación de los Dolores del Calvario.
Los integrantes del cortejo procesional, feligreses y hermanos de la Real Cofradía de Jesús Prendido y Santísima Virgen de la Piedad todos ellos con vela en mano, encabezado por la Cruz Guía de la Junta Central, tras realizar el rezo de Vísperas en el Convento de San José, completaran el rezo de los Misterios Dolorosos del Santo Rosario en los hitos habilitados en las calles iluminadas con velas al pie de la acera hasta alcanzar, entre cantos y oraciones, la Capilla del Asilo donde el rezo de Completas pondrá fin a la Procesión.
La imagen procesional titular de la “Procesión de las Promesas del Santo Rosario” será la de “Nuestra Señora de los Dolores del Calvario”, imagen de autor anónimo del siglo XIX propiedad de la Real Cofradía de Jesús Prendido y Santísima Virgen de la Piedad que fue Bendecida por el entonces Consiliario de la Cofradía Don Jorge Trinidad Oliva el sábado 8 de abril de 2017 y que desde entonces está expuesta al Culto en la Capilla Museo de la Parroquia Mayor de Santiago Apóstol de Jumilla. Será llevada en andas por los hermanos de esta humilde Cofradía con el nuevo traje que se le está confeccionado.
El nuevo paso de “Nuestra Señora de los Dolores del Calvario”, perteneciente Real Cofradía de Jesús Prendido y Santísima Virgen de la Piedad, contará con Dª. Águeda Fernández como representante en el seno de la Junta Central.

Martes Santo

Procesión del Silencio o de los Penitentes

Foto: Placido Guardiola

ITINERARIO

Iglesia Mayor de Santiago (Puerta Sur dando la vuelta al atrio para salir por la Norte o del Perdón), Cuatro Cantones, Santa María, Cuesta del Cura, Santiago, Plaza de  Arriba, Salvador Pérez de los Cobos, San Roque, Plaza de la Constitución(dándole la vuelta), Labor, Canalejas,  Amargura, Calvario, Plaza del Cabecico, Cabecico, Paso del Cristo de la Vida, Travesía de la Amargura, Primer Distrito, Travesía de Cruces, Cruces y Miguel Trigueros, para finalizar en la Parroquia de Santiago, por la Puerta Norte.

HORARIO

23:30 h – Celebración Penitencial.
00:00 h – Procesión del Silencio.

HERMANDADES

Hermandad Penitencial Santísimo Cristo de la Vida

IMÁGENES

Paso Santísimo Cristo de la Vida
Paso Nuestra Señora de la Esperanza

RESEÑA HISTÓRICA

La procesión Penitencial del Cristo de la Vida fue creada en el año 1971,  para sustituir a la  Procesión del Silencio, recientemente desaparecida en 1968, que salía en la madrugada del Viernes Santo. Largas filas de penitentes con cirios, cruces y cadenas, acompañan al Santísimo Cristo de la Vida y a Nuestra Señora de la Esperanza.

Bajo las bóvedas góticas de Santiago, ante el espléndido retablo iluminado, se está desarrollando un ritual de penitencia, previo a la procesión. Las imágenes, en sus andas, están colocadas en el presbiterio; en la nave se alzan las cruces que penitentes vestidos de negro cargarán en sus hombros durante el trayecto.

Se abren las grandes puertas, retumba con eco un tambor, se difunde en el ámbito una nube azul de incienso. Y la misteriosa y solemne procesión del Martes Santo, de madrugada, irá recorriendo callejas oscuras y retorcidas, empinados escalones, recodos, plazuelas iluminadas por chisporroteantes hogueras y cirios, con sonoras cadenas arrastradas por el pavimento, tambor hueco, polifonía de coral, martillo del cabo de andas…

Caminan lentos el crucifijo alzado del guión, los estandartes, los fanales con velas, los pertigueros, las filas de los encapuchados con sus cruces a cuestas, sus cirios encendidos, antes de que aparezcan los acólitos, entre incienso, y los pasos: el del gran Crucificado en sus ramas de ceras parpadeantes, y el de la Madre, dolorosa de la Esperanza, entre faroles, acunada por sus anderas.

Público devoto, expectante o curioso por las antiguas calles, bajo el plenilunio. El viento o brisa apagan los cirios y estremecen al pueblo, en la trasnochada rumorosa y en sombra.

Texto: José Tévar García

Miércoles Santo

Drama Sacro "El Prendimiento"

RESEÑA HISTÓRICA

En la tarde de Miércoles Santo, como preámbulo de la procesión de Jesús Prendido, tradicionalmente se viene celebrando, desde la segunda mitad del siglo XIX, la representación del drama sacro: «El Prendimiento».
La obra es un drama religioso en ocho cuadros, escritos en verso fácil, que comienza en el salón del Consejo de Caifás, y termina en el Pretorio después de la sentencia de Pilatos. Tradicionalmente participan en la representación el Tercio de Armaos de la Hermandad del Cristo.
Los actores son vecinos del pueblo dirigidos por D. Eugenio Aguado y D. Miguel García. Antiguamente se representaba en la fachada del desamortizado Convento de las las Cinco Llagas.

Desde hace más de siglo y medio, que sepamos, cada tarde de Miércoles Santo al aire libre, se realiza una función teatral, en clave popular, versificada – según la moda del Romanticismo tardío, y sencillísima escenografía, del Prendimiento y Juicio del Señor.
Frente a la estupenda fachada renacentista que preside la Plaza de Arriba, sobre un tablado adornado de ramas de palmera y de olivo.
Los Sanedrinistas, el clero del judaísmo, se reunirán en conjura; en Getsemaní, el Señor será tentado por Lucifer, con largo parlamento; lo consolarán los ángeles con pegadiza cantinela; será delatado por Judas, que acabará en aparatosa desesperación; recorrerá los tribunales religiosos y civiles del Israel de la época: vestido con túnica blanca de loco por Herodes, torturado y condenado a muerte por Pilatos con cínico lavatorio, y llevado preso entre trompeteo, tambores y algarabía infantil por las calles de la ciudad.
Recordatorio y lección, el Prendimiento es uno de los rituales más queridos y populares de nuestra Semana Santa. La tarde de clara primavera del Miércoles Santo no puede imaginarse en nuestra ciudad sin esta puesta en escena del primer capítulo del drama de Cristo: la conjura del poder ante quien se le opone; la angustia agónica -en soledad- presintiendo el suplicio, y la duda de su eficacia, simbolizada en Lucifer; la traición, la delación y la cobardía de los amigos; el juicio-farsa; la hipocresía, el cinismo y la crueldad implacable de los dirigentes… Y el Señor firme ante un compromiso de enorme transcendencia moral, para siempre.

Texto: José Tévar García

Foto: Juan Ignacio Tomás

LUGAR

En su tradicional emplazamiento de la Plaza Arriba.

HORARIO

Miércoles Santo a las 17:30 h.

MÚSICA

Antonio Olivares García

DIRECTOR ESCÉNICO

Miguel García Guardiola

 

COORDINADORES

Eugenio Aguado y Jose María Palao

Procesión de Jesús Prendido

Foto: Antonio Jesús Bleda

RESEÑA HISTÓRICA

Fue creada en la segunda mitad del siglo XIX dentro del seno de la Cofradía de Nuestro Padre Jesús Nazareno, por su presidente D. Roque Molera.

En torno al «losado», bajo las dos torres gemelas del Salvador, la noche iluminada es una baraúnda de nazarenos, músicos, estandartes, cascos de romanos, pasos anclados a la espera de formar el cortejo.
La calle recta del Loreto -Canalejas en los rótulos- bulle.
Cruz de guía, música, tambores, capuces altos, y el dulce resplandor de la Samaritana, entre tulipas, el barroquismo de sus oros, el olivo balanceando sus ramas, cántaro brillante a la cadera de la mujer, recogiéndose el manto con gracia rococó, el pozo con su cuerda y su pellejo antiguo, el Señor sentado junto al brocal, las manos extendidas… Reflejos en el metal de las insignias; el mantel de la casa de Lázaro, la gran mesa frontal de la Cena, el ángel aparatoso de la Oración en el Huerto, con su Cristo postrado al pie de la olivera; zarcillos de plata con flores de vidrio y cera en el Getsemaní de la traición de Judas; velas temblorosas tras la cristalería del paso de Jesús Prendido; terciopelos y música de la Cofradía del Rollo, el ritmo cadencioso de las anderas soportando la riqueza del trono de la Negación, y la jamuga de Herodes en su escabel con alcatifa, señalando al Señor atado, el esbirro de turbante y cimitarra antigua con la túnica alba de la burla. Pasa, sobre águilas de bronce, el brazo extendido y el palmón rizado de San Juan. La madre del Primer Dolor mira a los aleros, a los aleros, a los balcones, al cielo de la madrugada del Miércoles Santo, cerrada por el canto atónito del gallo de San Pedro, lloroso bajo la higuera rebrotada, entre las doradas algas de su trono.
De regreso, por el Rollo, el relente apresura la marcha de la última banda de música, del preste con capa pluvial morada, y las cruces de bombillas se adormilan al fresquillo de la brisa.

Texto: José Tévar García

Jueves Santo

Visita a los Monumentos. Las Manolas

Museo Jesús Nazareno

Iglesia de San Juan Bautista

Iglesia de San Juan Bautista

MONUMENTOS A VISITAR

  • Residencia de ancianos Santa Teresa Jornet
  • Iglesia de Santiago
  • Iglesia del Salvador
  • Iglesia de San Juan Bautista

HORARIO

Jueves Santo a partir de las 17:30 h.

RESEÑA HISTÓRICA

En el año 1928, en pleno auge de las hermandades de San Pedro y Santa María Magdalena, se iniciaron los desfiles en la tarde del Jueves Santo con objeto de asistir en pleno a los Oficios. Los nazarenos acompañados en el recorrido con sus bandas de música, van vestidos con sus túnicas y las señoras ataviadas con la típica mantilla española. En la actualidad participan la mayoría de las hermandades en la visita a los Monumentos y rezo de los oficios.

Campanas sonando en la tarde luminosa: de Santiago, graves y solemnes; del Salvador, cantarinas; del Asilo y de las Dominicas, con voces blancas, infantiles.

En grupos, en parejas con nazarenos al brazo, mujeres fragantes, las blondas negras sobre las peinetas, sujetas a la nuca con elegancia, todas de oscuro, altos tacones y clavel grana al pecho primaveral, caminan hacia el centro, a la calle de la Feria, ya toda vibrante de sol, de aromas, de bullicio de bares.

Bajo las colgafuras del Ayuntamiento, caminarán los cortejos de las Hermandades, gozosas, trémulas de marchas; al frente, heridos de sol sus bordados y sus platas, el estandarte, y tras él, la banda de música de instrumentos brillantes, pulidos, y los nazarenos y las mujeres de mantilla, su taconeo y su flor en estallido sobre el pecho turgente y enlutado.
El público aplaude, la música se abre en una efusión de júbilo, y el Señor está ya en la belleza de los Monumentos de granates terciopelos, de cirios y de palmas blancas, pero -sobre todo- en el corazón de su pueblo, porque hoy, es día grande para encontrarse en Jumilla, reina en la alegría nueva y joven de sus hijos.

Texto: José Tévar García

Procesión de la Amargura

ITINERARIO

Santa María, Castelar, Salvador Pérez de los Cobos, San Roque, Plaza de la Constitución, Cánovas, Veronica, Canalejas, Amargura y Plaza de la Constitución.

HORARIO

Jueves Santo a las 22:00 h, desde la Iglesia de Sta. María.

IMÁGENES

RESEÑA HISTÓRICA

Siglo XV (1411) al fundarse la Cofradía del Rosario (por las predicaciones de Vicente Ferrer, dominico) cuya corporación organizaba cada Jueves Santo una procesión de disciplinantes.

En la mitad de la calle del Loreto, el «losado» del Salvador, como alta tribuna de sillares, -rampa, escalinata y muro-, domina. La madrugada del Jueves Santo se ha revelado alta, y las campanadas de las doce, de la una, desde las torres barrocas del templo, han caído diluidas sobre las majestuosas marchas de la música y las trompetas de los «armaos». Desde el «losado» la perspectiva de las luces vacilantes acercándose lentas, cadenciosas, alejándose a lo hondo de la calle entre capuces y brillos de varales, pone puntos suspensivos a la visión de los pasos que, al discurrir a la altura de los cabezas de los espectadores asomados al muro, iluminados por fanales y candelabros de ceras vicas, evidencian su plasticidad.

La Magdalena, en alta peana, camina al Gólgota con su pomo de perfumes, El Amarrado, con sus morados, sus platas, las cambroneras de los sayones, Señor de la Columna, amor y corazón de su pueblo, arrastra penitencias, lágrimas, polainas y flecos de «armaos», el macero, el longino a caballo, el redoble, los clarines. Miestras, los racimos de luces del Ecce-Homo han girado ya al fondo, lejano, de la calle, y la Coronación ha alcanzado el muro, mecida por sus capuces granate, trémula de música y de cera. Se acerca el Rollo, cofradía señera, rumorosa, entre el rojizo de sus faroles y de sus terciopelos: estandartes, bocinas, pertigueros con altas caras, trompas y cajas de la banda, y el trono con suave balanceo, majestad de su Cristo atado, coronado, penduleando las borlas de sus cordones, Pilatos altivo y aristocrático, romano elegante, de casco y lanza, todo entre las inflorescencias de luz de sus candelabros de rizada cristalería. La Sentencia. Entre grandes faroles mate, se alza el Cristo aterido de tortura, sobre la tostada riqueza de sus andas. Avanza con dulce vaivén la Caída. El Señor, bajo la cruz, intenta apoyar su mano, y nos ha mirado con sus ojos tristes, reflejando las llamas de los faroles. Entre lirios, en el otro costero de la peana poblada de santos, dos niños lloran de pie, y muestran al pueblo -que no puede ver desde ahí el rostro del Señor- el paño de la Santa Faz. Avanza el Cristo de la Misericordia arrastrando su túnica recamada, el brazo extendido, la larga cruz al hombro, sobre un campo de iris, entre ramajes de velas con coronillas, el Cirineo atento, rítmico, destellando el oro limón de su trono, sobre la blancura y el rojo de sus anderos. Se alejan las capas y capuces de los nazarenos, los estandartes bordados, las gorras e instrumentos de las bandas, la espalda de los Cristos, los tronos… Y ya toda la calle es del Nazareno: negros y granates terciopelos, cruz de dorados y espejos, faroles de plata, estruendo de tambores, bandera bordada, revuelo de niños en grupos ya cansinos, estandartes; en lo alto de pértigas vestidas, grandes medallas con pinturas, dalmáticas, incienso. El Cristo de la Pasión va llegando entre fanales de plata y cera morada, meciendo su túnica y su cruz, retemblando sus potencias, la Madre de rodillas, amarga, San Juan inclinado hacia ella, brillándole su nimbo. Soportan su pesadumbre mujeres silentes y encapuchadas. La Verónica. Suntuosidad del estandarte, del trono de tornapuntas, jarroncillos repujados, tallos de tulipas con cera azul. El paño es blonda marfil, remangándolo la brisa. Figura plantada en trance de Salzillo, se recorta alta en el cristal negro de la noche. Se aleja lenta, en la suave danza de sus anderos. Llegan el estandarte de rocallas de Nuestro Padre, los pendones bordados y de damasco antiguo, la banda de música con una marcha solemne, trompetas con galas recamadas, tunicones de lujo, y el Libro de Reglas en purificador de brocado, la cruz alzada, los niños con ropones grana rozagantes, el tintineo de campanillas, acólitos en una niebla de incienso… Y en el buque refulgente de oros y ángeles, entre el cabrioleo de sus luces, Jesús Nazareno, alzado en la mejestad de su navío, desbordándole la túnica púrpura, con la cruz enorme de concha, los lirios en floreros de orfebrería.

La grandeza de la procesión llega a su cénit, La madre de la Amargura, entre dulce música y aromas, iluminada con la mortecina luz de su candelería argentina, se aproxima coronada, bajo el palio de riquezas bordadas, prendido en sus manos cruzadas, el pañuelo de encaje de sus lágrimas, derramado el manto de aúrea flora, reina del sueño lírico de la Semana Santa.

En el trayecto último, recoleto de las calles postreras de la procesión, te he seguido hipnotizado por tu belleza, en el silencio o la música que te arrulla, entre el aroma de mira, Madre de la Amargura. Y otros días del año, al cerrar los ojos, evocaré tu mágica andadura en las madrugadas altas de los Jueves Santo.

Texto: José Tévar García

Viernes Santo

Procesión del Calvario

Foto: José Luis Míñano

RESEÑA HISTÓRICA

Todos los indicios apuntan a que esta procesión se origina en los inicios del siglo XVII, al establecerse los franciscanos en el convento de las Llagas y organizar el rezo de los Pasos que, al amanecer del Viernes Santo y camino del Calvario, (de ahí los nombres de las calles actuales del recorrido antiguo y también de la procesión), visitaba las estaciones de las hoy calles de los Pasos y Pasos Altos, acto al que asistirían las Cofradías de penitencia.

Toda la ciudad está ya recogida, apretada, en el largo itinerario, regado y bullicioso, de la procesión. Calles del Loreto, del Rollo, de la Feria, de San Roque, abiertas sus puestas al aire y a la luz radiante de la mañana.

La gran Iglesia de Santiago tiene en su perímetro un atrio amplio de losas, con banco corrido y murete de sillares. Desde allí el paisaje de los campos floridos, rebrotados, de montes de perfiles singulares, se extiende hasta un horizonte lejano, velado en su hondo, bajo los azules puro de abril. Asomados al murete fresco por la sombra de la torre, vemos llegar, lenta, la grandiosa procesión. Pasos iluminados de sol de la Samaritana, de Jesús en Betania, de la Oración en el Huerto, del Beso de Judas, de Jesús Prendido, del Señor ante Herodes…, rebrillando oros y metales, entre los sones de la música, de las trompetas, la multitud y el revuelo de los nazarenos, los pesados estandartes, hormigueando de bordados y de flecos.

El Cristo de la Columna, sobre la plata del trono florecido de clavel, bajo el sol joven de abril, trae recrecidas las llagas de la flagelación, su carne herida, la fiereza de los verdugos. Suben la cuesta de Las Acomodadas los cascos, lanzas, rodelas de los «armaos», entre el redoble y el trompeteo antiguo de cada Semana Santa. Se mece la Coronación trabajosamente hasta el altillo de la cuesta. El Ecce-Homo aparece relumbrando su potencia trémula, y la Sentencia se para en el rellano, tomando aliento para remontar la otra cuesta, hasta el pie de la torre, empujado su trono de caobas trabajadas con rizado claroscuro. Lento vaivén de la Caída. El Cristo de la Misericordia con su Cirineo gira y se tuerce sobre un otero de lirios amasados al sol. Y el tropel negro y grana de Jesús Nazareno se derrama alzando fosforescentes estandartes de oros, nubes de incienso, solemnidad de marchas acompañadas, fino tintineo de campanillas. El Cristo de la Pasión se cimbrea dirigiéndose a la Madre postrada. Ya sube la Verónica. El paño de la Faz aletea a la brisa, y las andas de volutas y ramos se balancean destellando los dorados de su hojarasca. La cruz, las potencias, la túnica morada, abierta en caudal de pliegues del Nazareno se recortan sobre el verde nuevo y el rojizo de los cerros del fondo. El trono hierve de relumbres de sol en las chispas retorcidas de la talla menuda. El Costado. El estandarte es una reja de encaje ante el cauce de sus nazarenos carmesí, blanco y negro. Despuntan abajo de la cuesta los cabeceros de las tres cruces. El Señor, desplomado en su muerte, entre los desnudos de los Ladrones atados a las cruces escuetas. La Madre y Juan tienden sus brazos en la angustia del enigma del drama, con sus ropajes agitados, restallantes de estofas. La lanza y su jinete, en el frente. Brillan las coronas de espinas plateadas del trono en la lentitud de su pesadumbre, Todo el aire es un redoble, una marcha fúnebre de procesión, un aviso sonoro de platillos y bombo, de cajas de las bandas de música, de trompetas… Avanza ya, con ritmo de ritual, el estandarte de borlas, cordoncillos y sedas matizadas del Cristo de la Salud, Rojo cardenal, terciopelo y moaré negros de sus anderos pespuntean la cuesta. Acaban de relevarse llevando el trono, y el martillo del cabo de andas ha hecho elevarse, estremeciéndola, la colina dorada, de cristal encarnado, florida de las andas. El Cristo de la Salud abre dormido sus brazos, mientras una punta escultórica de su paño de pureza  vuela al viento del Calvario. Olor de incienso y flores. Morado y rojo del Rollo con el Descendimiento. El Señor muerto posa su mejilla en la frente de Arimatea, ya desenclavado un brazo. En lo alto de la Cruz, Nicodemo sujeta con un lienzo de talle el pecho herido del Señor. Madre y Discípulo esperan abrazarlo, desolados. María Magdalena sigue en su trono, azarosa, esperando con su ungüento calmar la atroz tortura de la carne del Redentor. Entre tulipas y rosas, en lo alto de su antigua peana dorada, la Madre Dolorosa sólo mira a lo alto, pálida, las manos en súplica desmayada, bajo el palio glorioso del cielo virgen.

Texto: José Tévar García

Procesión del Santo Entierro

RESEÑA HISTÓRICA

La procesión del Santo Entierro, cuyo origen está en 1609, con la fundación de la Cofradía del Rosario, más antigua que la de la Vera-Cruz, encargada, hasta hoy, de su núcleo procesional. Es probable que la Cofradía del Rosario,  realizase algún acto similar al atardecer del Viernes Santo, antes de esta fecha, durante los siglos XV y XVI.

Suben lentos los nazarenos y las imágenes por la cuesta de los Pasos. Repleta de público, la calle, con las capillas del Vía-Crucis iluminadas, es un cauce de luces temblorosas. El Cristo de la Expiración, en el estertor de su agonía, se alza imponente sobre sus andas de caobas minuciosas, caladas. Se detiene entre el revuelo de sus anderos con túnicas albas y capuces negros, puntiagudos. Gira hacia la calle ancha del Calvario, aterida de relente y de luna, y el trono de la Lanzada, con sus tres cruces, remonta pesadamente, iluminando los muros del Salvador. Al fondo ante los ancianos pinos de la Glorieta, ha encarado la cuesta, balanceando sus faroles rojizos, el Cristo de la Salud. Un tambor, un sólo tambor, marca el compás, y en la lejanía, entre el silencio, las marchas procesionales. Se eleva una nube de incienso que difumina los cuatro flameros de las Cinco Llagas, al final de la teoría de gonfalones, cirios e insignias, de encapuchados de negro con flecos de oro. Gran Crucificado de guedejas y perizoma púrpura, escalera apoyada en la cruz, y la Madre, hincada de rodillas, entre rosas coaguladas. Su corona y sus ojos brillan con las llamas de las antorchas. Lento, cadencioso, la pesadumbre del grupo del Descendimiento, retemblando el nimbo pulido de San Juan. Anderos de rojo, en estricta escolta. Luces en rama de las Angustias. Una sábana extendida en la roca con la corona y los clavos arrancados al Señor. Al pie de la cruz, con remates de riqueza y sudario de encaje, la Madre sostiene el desnudo exangüe del Señor. Avanza acompasadamente entre la neblina perfumada de los acólitos, tras el cortejo de nazarenos de negro con cirios, cruz alzada con tejadillo de duelo, lanza, esponja… El trono de pétalos de plata del Traslado al Sepulcro, entre el morado de la cera y las flores. Los Santos varones llevan al Señor muerto en una sábana abierta, con puntilla. De la mano yerta del Cristo ha caído una gota de sangre, transubstanciada en rosa. Lento bamboleo del trono de las Lamentaciones, con grandes tulipas de velas verdes. El Señor Yacente, apoyada la cabeza en cojín bordado, sobre sudario y túmulo, es llorado por la Madre, San Juan, la Magdalena con su copa de perfumes, todos con ropajes de velludos intensos. Aguamanil de metal antiguo y toalla de largo fleco para lavar el cadáver del Señor.
Y el Santo Sepulcro.

Estandarte negro y alto con cintas desplegadas en comba; el paso de la Vera Cruz, sola, entre faroles, toalla de soledad al cielo de la noche, pendiente de los brazos. Detrás, Cruz alzada de suntuosidad radiante; pliegues de hábitos marfil, cirios, y la carroza del Santo Sepulcro, navegando con majestad dorada, con sus fanales de bronce para el Señor Yacente, herido, alzada la cabeza en almohada de roca y sábana, el cabello derramado.

Anderos de la Magdalena, azul cobalto, soportando la peana de brillos, de faroles descolgados, tintineantes; los de San Pedro arrepentido, todos granate, con el gallo de plumaje negro, congelado en su kikirikí, y los de San Juan, blanco y rojo, balanceando el trono de platas, candelabros y águilas. Bandera blanca, recogida en broche grande, metálico. El taconeo de las manolas, corazón con espadas de plata en el pecho negro, mariposas de luz de vela en doble fila a lo largo de la calle, en silencio. Lejana, una marcha fúnebre, y el resplandor gélido del trono de la Soledad: Argentería labrada, flora blanca, luces quietas. Entre las manos apretadas, un corazón con brillo de joya antigua: blondas en torno a su cara pálida, de angustiada belleza; corona de soberana entre rayos fulgentes, y el largo manto negro, recamado.
Tableteo de sillas, rumor de público, música y tambores en el horizonte del aire. La calle, sola, iluminada de cruces, bajo las campanas de las horas del reloj del Salvador.

Texto: José Tévar García

Sábado Santo

Procesión de la Redención

ITINERARIO

Parroquia Mayor de Santiago (Puerta Norte), Miguel Trigueros, Cruces, Calvario, Amargura, Canalejas, Pasos, Cánovas, Plaza Constitución, San Roque y finaliza en la Ermita de San Roque.

HORARIO

Sábado Santo a las 19:00 h, desde la Iglesia de Santiago.

IMÁGENES

  • Cristo de la Redención
  • La Guarda del Cuerpo de Cristo
  • Virgen de las Penas
Foto: Siete Días Jumilla

Domingo de Resurrección

Procesión de Jesús Resucitado

Foto: Siete Días Jumilla
Foto: Emilio Herrero

RESEÑA HISTÓRICA

Fue creada en el año 1959 por un grupo de entusiastas semanasanteros encabezados por D. Jacobo González Atienza dentro del seno de la hermandad de San Juan Apóstol, para completar el ciclo de procesiones de la Semana Santa Jumillana.
En las primeras horas de la mañana del Domingo de Resurrección, el tercio de armaos perteneciente a la hermandad del Cristo Amarrado a la Columna, representa un entrañable y tradicional acto: «El Caracol», que anteriormente se hacía en la tarde del Sábado Santo y que tenía sus orígenes en la segunda mitad del siglo XIX.

El Señor Resucitado y su Madre se han encontrado entre el estruendo de la traca y el vuelo de las palomas, ante los pinos y las palmeras del jardín del Rollo. Una nube de pólvora fugaz se levanta. Comienza entonces la marcha solemne de la grande y vistosa procesión del Domingo de Pascua; el ángel arrodillado, desplegando sus alas, alzando la Cruz Triunfante, florida; Cristo Resucitado, esbelto, balanceándose en su trono dorado sobre flores grana; las Santas Mujeres, sorprendidas ante el Sepulcro vacío, con el ángel; el «Noil me tangere» de Cristo ante la Magdalena, atónita, intentando comprobar la verdad física del Resucitado; en el camino de Emaús, en la mesa con frutas y vino, los discípulos y Cristo, reconocido al partir el pan, de pie y sobrecogido el amigo más joven, despierto de nuevo su amor, en el amigo anciano; el radiante cuerpo e Cristo glorioso, bajo la vertical del sol, ante la incredulidad y el temor de Tomás; el pescado sobre brasas, las redes y los panes en Tiberiades, con el Señor y los Apóstoles vestidos de brocados. Gentío en balcones, aceras, bocacalles; tambores, banda de música, brillo de estandartes e insignias; colorido de terciopelos y bordados. La madre viene al final, transfigurada de Gloria, bajo palio celeste, florida carroza plateada, entre azules e incienso. Desde las sillas y los balcones, lluvia de caramelos. Cansancio y nostalgia al final de otra Semana Santa, de otro año ya huído.

Texto: José Tévar García

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